Como
ha sugerido mi amigo
Adán, sin duda un pequeño placer de la vida es encontrar algo de dinero en un pantalón que hace tiempo que no te pones. O algún abrigo que no usas desde el invierno pasado.
Ese regustillo de felicidad, con sonrisa de idiota incluida, que se nos queda cuando metemos la mano en el bolsillo y pensamos:
este tacto es de un billete, seguro. Y no está tan desgastado como para ser de cinco. Como el billete sea de color azul, ese día lo recordarás como uno de los mejores de tu vida. Yo siempre me acordaré cuando encontré aquél billete de dos mil pesetas en aquella chaqueta. ¿Y tu?
Envía tu pequeño placer de la vida
aquí.
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